Fútbol, droga y plata

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Camilo estudiaba en un colegio público del barrio El Codito, ubicado en los cerros nororientales de Bogotá. Al término de la jornada escolar, en las tardes, se quedaba jugando microfútbol, con otros compañeros, en un parque cercano a la institución. Disputando la pelota veían llegar el anochecer. Otros hombres, mayores que ellos, se sumaban y los incitaban a apostar dinero. “En cierto punto nos empezaron a pagar con droga. Que miráramos qué hacíamos con eso, que era la ganancia. Nosotros no conocíamos del tema, entonces la botábamos. Nos daba susto”, relata Camilo.

Una tarde, tras recibir de recompensa paquetes pequeños de droga, se les acercaron unos hombres y les sugirieron que la vendieran a una persona que ellos conocían. La única condición era no mirarla a la cara. Aceptaron. Camilo, que se reconoce como el líder del grupo de amigos, recuerda que estaba muy asustado porque sabía que era él quien debía hablar. “Pensaba que me iban a desaparecer”.

Alto y robusto era el hombre que llegó con una oferta contundente: trabajar para él. “Nosotros le dijimos que nos daba miedo. Pero nos aseguró que estaríamos protegidos y que eran un cartel muy grande”. Ante la duda de los jóvenes el hombre les advirtió que si seguían llegando a la cancha era probable que alguna pandilla los matara, y que su banda, en cambio, los protegería. Antes de irse les dio un buen dinero por la droga.

La difícil situación económica de muchos de ellos los fue envolviendo en ese extraño juego de ganar un partido, recibir droga y venderla al hombre que habían conocido, hasta que esa rutina los condujo a aceptar la propuesta. “Eso es como una pirámide, tienen muchas personas en varios puestos. Tiene gente infiltrada en la Policía”, señala Camilo. Sobre la estructura de la banda indica que hay un grupo que la prepara, otro que la distribuye, y los menores como él que la vendían por la ciudad. “Traemos bastante ganancia a la persona para cual trabajamos”. Dice que no conoce a quien está en la punta de la estructura y cree que solo es posible si decidiera ascender en la organización.

No ha encontrado la manera de dejar el negocio, porque, aunque se aleja por temporadas cortas, debe volver por la necesidad de dinero. También es consciente de que su vida permanece en riesgo desde el primer día que cambió el balón de fútbol por un paquete de droga y billetes.



logos Unidad de Investigación Periodística y Politecnico Grancolombiano

Mayo 2022, © Todos los derechos reservados