Del consumo a la venta

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Antonio toma asiento, bebe un poco de agua para que broten mejor las palabras, aunque revela que se siente avergonzado por traer recuerdos amargos al presente, quiere compartir su historia.

Creció en una familia pequeña, con una madre soltera, dos hermanos y varias sobrinas. La situación económica era difícil. Empezó a trabajar desde muy joven para tener su propio dinero, dejando así los estudios en un segundo plano. En la búsqueda de recursos económicos se fue a vivir a Soacha, municipio de Cundinamarca, en donde le ofrecieron vincularse al negocio de las drogas: tenía 17 años.

Según Antonio las malas influencias y la poca atención de su madre estuvieron latentes, razones por las cuales Antonio se vinculó al consumo y posteriormente a la venta. Empezó con el cigarrillo, pasó por la marihuana y luego el bazuco. “Nosotros teníamos banda, llamada “los paisas”, pero era más que todo por medio de barristas de Santa Fe y Millonarios- Nosotros nos organizamos en bandas para hacer daño a los otros barrios, para que tampoco se metieran al barrio donde distribuimos las drogas”.

El trabajo empezaba cuando el sol se escondía. “Los horarios siempre han sido nocturnos, que es el momento donde más se vende, los parceros van y hacen sus hurtos, y vienen, lo que traen nosotros lo cambiamos por drogas, más que todo celulares, relojes y dinero”. Antonio afirma que en una semana se podían alcanzar hasta nueve millones de pesos. Ese monto lo hizo dedicarse a la distribución de drogas. Pero al ritmo que crecían sus finanzas crecían también los problemas con su familia.

Doce personas hacían parte de la banda. Algunos de ellos perdieron la vida a mano de sus enemigos, otros corrieron con más suerte, como Antonio, que aún puede pisar el barrio. Sin embargo, asegura que “uno queda caliente para bandas de otros barrios. Eso es lo más duro”. A los 30 años tomó la decisión de desvincularse de la banda. Tuvo que saldar todas sus cuentas, perderse un tiempo y dejar “que las aguas se apaciguaran” para retornar al barrio. Aunque ya no hacía parte de la banda el síndrome de abstinencia le quemaba el pecho. Decidió hacer un proceso de desintoxicación que tenía altas y bajas, unos meses todo marchaba bien, otros la tregua la ganaba una línea de perico, entonces la cuenta volvía a comenzar. El 20 de octubre de 2021 cumplió 7 años sin ingerir sustancias psicoactivas.



logos Unidad de Investigación Periodística y Politecnico Grancolombiano

Mayo 2022, © Todos los derechos reservados